Daniel asume con resignación un nuevo cambio de domicilio de su familia. Esta vez se trata de Puertolugar, un pueblo marinero donde su padre ocupará la plaza de médico. Daniel no tiene amigos, pero el descubrimiento de un barco varado en una de las playas cercanas abrirá en él todo un mundo de juegos y sueños de viajes en el que olvidarse de los problemas. ¿Será cierto que el misterioso barco encalló en ese lugar por obra del mismísimo diablo? La historia de aquel naufragio, así como la del ruso, personaje inquietante y solitario, dejarán una huella imborrable en el protagonista.